Conocimientos básicos y avanzados sobre el autismo - Módulo 1
2. TRASTORNO DE LA COMUNICACIÓN SOCIAL
Algunos niños con autismo tienen un deterioro funcional del lenguaje, lo que significa que son mínimamente verbales, es decir, que utilizan el habla a nivel de palabras o frases individuales para expresar deseos y necesidades personales. La investigación sobre una submuestra de niños con autismo verbales muestra que aproximadamente la mitad de estos niños tienen un deterioro estructural del lenguaje, en el ámbito de las habilidades fonológicas (pronunciación de sonidos y sílabas) y/o en el campo de la morfosintaxis (habla gramaticalmente correcta y formación de frases). Sin embargo, otros niños verbales con TEA tienen aspectos estructurales del lenguaje bien desarrollados (Loucas et al., 2008).
A diferencia de los aspectos fonológicos y morfosintácticos del lenguaje, que pueden desarrollarse en distintos grados, los aspectos pragmáticos de la comunicación están más o menos deteriorados en todas las personas con autismo. La pragmática consiste en varias habilidades diferentes que permiten a un individuo integrar la información durante la comunicación y controlar los estados mentales del interlocutor. Las personas con autismo suelen tener dificultades para comprender las reglas no escritas de la comunicación:
no saben cuánto tiempo deben elaborar un tema en particular
no saben exactamente cuándo les toca hablar
tienen dificultades para determinar las intenciones comunicativas del interlocutor (por ejemplo, a la pregunta "¿Tienes un reloj?", podrían responder "sí", sin entender que el interlocutor quería saber la hora)
tienen grandes dificultades para comprender significados metafóricos, modismos, ironía, sarcasmo
no utilizan las llamadas "mentiras piadosas" y son excesivamente abiertos en la comunicación, lo que el entorno puede interpretar como un comportamiento hostil intencionado, etc. (Glumbić, 2009).
Las personas con trastorno del espectro del autismo presentan déficits de reciprocidad socioemocional (son incapaces de interactuar adecuadamente con otras personas, tienen dificultades para iniciar la comunicación y responder adecuadamente a los intentos de comunicación de otras personas, y para compartir intereses y emociones con los demás). Las dificultades en la reciprocidad socioemocional pueden explicarse, al menos en parte, por la falta de la “teoría de la mente”. La teoría de la mente es la capacidad de atribuir determinados estados mentales a nosotros mismos y a los demás, como opiniones, deseos, falsas creencias, etc. Las personas con autismo tienden a tener una teoría de la mente lenta y deteriorada, lo que implica que tienen dificultades a la hora de atribuir estados mentales a ellos mismos y a otras personas (Lecheler et al., 2021).
Además de los problemas de comunicación verbal, las personas con autismo también tienen una serie de dificultades para lograr la comunicación no verbal. Las personas con autismo suelen tener dificultades para establecer y mantener el contacto visual. Uno de los primeros signos del autismo es la expresión facial neutra. A diferencia de las habilidades verbales y cognitivas, que pueden cambiar significativamente en diferentes períodos de la vida, la expresión facial alterada, caracterizada por la escasa expresión de emociones, la insuficiente conexión de las expresiones faciales con la mirada dirigida y la reacción atípica a la expresión emocional de otras personas, son las características más estables del autismo desde la infancia, pasando por la adolescencia, hasta la edad adulta (Carpenter et al., 2021). Las personas con autismo no suelen utilizar los gestos y el lenguaje corporal aprendidos y convencionales, que deberían acompañar a la comunicación verbal, ni tampoco utilizan los gestos para compensar las deficiencias de la comunicación verbal. La ausencia de señalamiento imperativo y declarativo es una característica llamativa del trastorno del autismo, por lo que muchos instrumentos de cribado incluyen ítems relacionados con este aspecto de la conducta comunicativa no verbal. El señalamiento imperativo implica el uso del dedo índice para obtener el objeto deseado. Los padres suelen afirmar que el niño con autismo no utiliza el dedo índice, que sólo intenta alcanzar el objeto o juguete deseado, o señalar el objeto deseado con la mano de los padres. Las dificultades son aún mayores en el ámbito del señalamiento declarativo, es decir, el uso del dedo índice para compartir la atención con otra persona. Los niños con autismo no señalan objetos lejanos e interesantes para compartir su interés con otra persona, ni siguen el objeto que la otra persona muestra con su dedo índice. La ausencia de un comportamiento de atención conjunta se manifiesta también de otras maneras. Un niño con autismo no acerca un juguete a sus padres o a otra persona para compartir su interés, no disfruta con los juegos de esconderse y no participa espontáneamente en los juegos que implican turnos (por ejemplo, lanzar una pelota). Algunas personas con autismo no utilizan en absoluto los gestos, el lenguaje corporal y la expresión facial para comunicarse. En el caso de los que tienen comunicación no verbal, por regla general no está suficientemente integrada con la comunicación verbal.
Los trastornos de la comunicación social en las personas con autismo también se caracterizan por las dificultades para desarrollar, mantener y comprender las relaciones (APA, 2013). Algunas personas con autismo no tienen interés por sus compañeros. En determinadas circunstancias, los niños con autismo disfrutan de las interacciones sencillas con sus compañeros, de los juegos motores o constructivos, pero muy raramente participan en juegos imaginativos. Una persona con TEA puede tener una fuerte necesidad de interaccionar con los demás, pero no es capaz de lograr y alimentar adecuadamente las relaciones amistosas o afectivas con otras personas. Con intervenciones cuidadosamente seleccionadas, se pueden aprender algunos comportamientos prosociales, pero la mayoría de las personas con autismo tienen dificultades para aplicar los conocimientos adquiridos en situaciones sociales nuevas e inesperadas.